Viva el vinilo!

Oro negro


Las cosas ya no se hacen como antes. Es verdad, algunas se hacen mejor, otras peor y otras (desgraciadamente) ya no se hacen.

Una de mis pasiones favoritas es la música. Me gusta escuchar música en vivo, ir a ver a una banda o disfrutar de un buen concierto.

A la hora de escuchar música grabada, nada como el placer de escuchar un buen disco de vinilo.

Va más allá del "aura" que rodea en estos tiempos a estos discos, del culto y del folklore asociado a ellos. Es que definitivamente suenan muy bien, y es el único soporte de audio analógico que viene quedando.

En estos tiempos en que todo es rápido (comida rápida, consumo rápido, vida rápida) escuchar un disco de vinilo hace que el tiempo se detenga. Aquí no se trata de poner play y olvidarse. Se trata de relajarse, de estar tranquilo, de retirar el disco de la funda, pasarle el cepillo para el polvo, posicionar la púa en el tema deseado y dedicarse a escuchar...

Reconozco que esta parte, la del ritual que acompaña la escucha de la música propiamente dicha, va más allá de su sonido exquisito e incomparable. Pero sucede lo mismo con quienes optan por utilizar cámaras fotográficas con películas: elegir la película fotográfica adecuada, revelarlas en su pequeño laboratorio, etc.


Por fortuna, entramos en un tiempo de "larga vida al disco de vinilo", ya que se vuelve a editar discografía (de viejos y nuevos músicos) en LP, amén de que la fabricación de tocadiscos de todo tipo y color ha aumentado significativamente en los últimos años.

La de discos que he encontrado por ahí y comprado por dos vintenes; desde la feria de Tristán Narvaja hasta cualquier remate o venta de garage. Todo sirve a la hora de conseguir "oro negro" en estos tiempos...



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